Evidentemente no se trata de un casco de batalla, sino para ser usado en ocasiones especiales como desfiles y, fundamentalmente, torneos. Se trata de un tipo de casco especial, llamado en castellano almeteque fue un tipo de casco ligero que sustituyo, durante el siglo XVI, a las más pesados yelmo y celada. Se trataba de un casco ligero de poco espesor que además tenÃa la ventaja de no pesar puesto que se apoyaba, no en la cabeza, sino en la gola, otra pieza de la armadura que se utilizaba para proteger el cuello, haciendo que el peso de todo el conjunto recayese sobre los hombros.
Este casco Obra del conocido armero de la época: Konrad Seusenhofer fue encargado por Maximiliano para ser entregado como obsequio al joven rey Enrique VIII de Inglaterra alrededor del año 1511, cuando apenas tenÃa 20 años y sólo dos de reinado, como uno de los muchos obsequios que los soberanos renacentistas intercambiaban en ocasión de embajadas especiales. El casco original al parecer no constaba de dos de los elementos que lo hacen más llamativo a nuestros ojos y que, con toda probabilidad, le han dotado de tal singularidad que han facilitado la conservación hasta nuestros dÃas: los cuernos y las gafas. Los cuernos, al parecer, fueron una adición posterior no realizada por Seusenhofer, al igual que las gafas puesto que Enrique VIII padecÃa una fuerte miopÃa, hecho contrastado por los muchos pares de gafas que dejó a su muerte.
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